La corona del virus…

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Cientos de artículos hablan de él, al igual que políticos, expertos científicos, personajes famosos y ciudadanos de a pie, en todas las lenguas, en todas las religiones y en cada rincón de este planeta este virus se ha dado a conocer.

Y no creo que haya humano en la tierra que no lo tenga presente desde hace más de dos meses, con mayor presencia en la medida que su «invisible» ejercito avanza infectando ciudades, pueblos, países y continentes.

No voy a hablar de lo que todos conocemos, porque para eso están los reportes diarios a través de los medios de comunicación y los comunicados de prensa oficiales.

Voy a hablar, de sensaciones, de sentimientos, del poder de la mente y la actitud para afrontar ese temor frente a la incertidumbre.

Mis padres, mi familia en España, todos bien, todos con sus días positivos, otros negativos y otros a medias…Uno de los países, junto con Italia y Francia donde más estragos ha provocado la pandemia… y mientras yo aquí, en Costa Rica, sin familia, sin un compañero de vida, sin mis amigos del alma, y como todos sin poder abrazar, besar, ni tocar.

Lidiando con la imposición de la limitación de movimiento, con un término que se nos ha hecho casi familiar, con el confinamiento.

Agradecida, viviendo (como hago desde que vivo en Costa Rica) el día a día como un maravilloso, único e irrepetible presente.

Bendecida, por saber que todos los que amo están bien, están cuidándose, son responsables con su vida y la de los demás.

Feliz, porque tengo el privilegio y la fortuna de observar gracias a las primeras lluvias de la temporada, cómo la vida de tantos seres vivos se abre paso, se activa significativamente, más aún sin la intromisión del humano, que permanece en un parón involuntario.

Feliz, porque como cada año, disfruto del aroma que desprende la tierra mojada <petricor>, con el espectáculo acrobático de numerosos colibrís que visitan mi jardín…mientras las manecillas del reloj andan perdidas en algún cajón y los días de la semana no guardan orden ni posición.

Feliz, porque la cúrcuma asoma en la tierra aún caliente y recién mojada, y por la noche aparecen cientos de hormigas aladas…y se escucha el croar de las primeras ranas.

Y en un par de días más de bendecida lluvia las noches se inundarán de titilantes lucecitas verdes y doradas flotando en el aire, en el silencio, un silencio sólo ocupado por el incansable grillo…y mientras mi mente simplemente se abandonará a la calma y a la serenidad que sólo la naturaleza es capaz de otorgar.

Sé que hay una corona que pretende instalarse en las células sanas de todos los seres humanos que pueda infectar, que pueda «reinar», pero mientras existan cantos de aves, aullidos de lobos, ríos y mares surcados por sus hermosas criaturas, metamorfosis milagrosas, árboles compitiendo por arañar el cielo, frágiles y coloridas alas recolectando y libando polen…hay espacio para la esperanza, hay música para escuchar, silencios para reflexionar, belleza para observar y VIDA para sentir, amar y respetar.

Ahora que tenemos el tiempo ya no tenemos excusas, ahora que tenemos el tiempo, tenemos el poder de la mente y de la actitud para enfrentar los miedos y temores no sólo de una enfermedad que no conocemos sino de una forma de vida que no nos satisface, nos esclaviza y nos deshumaniza.

Yo hace 10 años desperté a un grado o nivel de consciencia que me permitió desechar lo que no me servía, lo que me estorbaba y lo que me distraía de sentirme libre y feliz…superé muchos miedos, y me acostumbré a vivir intensamente en la incertidumbre, sin visualizar un futuro, sólo viviendo un único e irrepetible PRESENTE.

Y esto es lo que la mayoría ha perdido el hábito, no sabe cómo vivir y disfrutar del presente, no sabe cómo dedicarle más tiempo (el que merece) a cada instante , al detalle, sin planear ni mirar hacia atrás…

Les asusta verse atrapados en su presente, verse con su tiempo, verse hacia dentro, les aterra no poder correr, no poder planificar, no saber qué…cuándo y por qué, cuando en realidad, no hay, no existe realmente más que el presente.

Esa incertidumbre ha existido y existe siempre…pero con las prisas creemos ir por delante del PRESENTE, y mientras con esa INCONSCIENCIA el PRESENTE se nos va.

Todas las fotos son de mi autoría.

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