Decoradora de interiores.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA Una casa integrada en la Naturaleza en Cangrejal… (Sámara) Costa Rica.

He elegido este título para mi publicación no para venderos mis servicios como decoradora de interiores, porque no, no lo soy…Sino para hablaros de cómo he logrado decorar el mío.

Me ha llevado 56 años, y todavía estoy decorando mi espacio interior… pero os adelanto, ha sido dificilíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo…jajaja Primero porque nadie me explicó cómo hacerlo, más bien los «educadores» que tuve se espeñaban en atiborrarlo de cosas totalmente inútiles, jamás me ofrecieron recursos ni herramientas para realmente conocerme y así poder decorar y buscar el equilibrio en mi espacio interior.

Esto que a priori os puede sonar «banal» os aseguro que casi me anula como ser humano… Eso acarreó serios problemas de autoestima, determinación y definición de mi propio ser y de lo que realmente significa «encontrar la felicidad».

Han tenido que pasar muchos años para conocer mi espacio interior, para entender que no puedes trabajarlo sin un «nivel» (los que habéis tenido que colgar un cuadro o estantería sabréis de qué herramienta os hablo) que te ayude a equilibrar/ nivelar. Ese nivel se compone de bases, de principios, de leyes universales. No de «una» religión. No creo en ellas, se apropian de la espiritualidad etiquetándola, compitiendo entre ellas por ser la «verdadera».

Cuando te empeñas, porque así te lo han enseñado, en que ser feliz es cumplir las expectativas de los demás o las impuestas que crees tuyas y que no alcanzarlas es ser infeliz, es ser un fracasado, haces lo imposible, fuerzas ese taco que no entra en ese agujero que has hecho en la pared, martilleas, doblas, y terminas rompiéndolo porque nadie te ha enseñado que lo importante no es obedecer sino cuestionar y razonar, cuyo resultado es igual a pensar. Que lo importante no es seguir los cánones dictados por la sociedad, sino por tu propio corazón, tus emociones, tu esencia, todo eso que te permitirá levantar el vuelo cada vez que sientas que te falta el aire, o que tu equilibrio interior está en riesgo y que pones en peligro tu paz.

Tener miedo no es malo, no saber gestionarlo es lo complicado, porque nos impide avanzar.

Por eso, necesitamos conocerNOS para poder decorar nuestro espacio interior, dónde SIEMPRE debemos sentirnos BIEN, en PAZ…Y la naturaleza nuevamente dónde todo caos aparente es pura armonía nos enseña a encontrar esas herramientas, que nos permitirán SER y FLUIR.

Cuando eso ocurre, nos convertimos en espectadores de las cosas que «Nos pasan», y sobre todo, cuando creemos habernos «equivocado» al tomar decisiones, no tememos al autoanálisis, porque sabemos que la mayor parte de las experiencias que nos han ocurrido, nos han enseñado que permitimos que nos ocurran y que muchas veces hemos anulado nuestro sexto sentido por conveniencia… y vemos aquello que dejamos que ocurriera con el paso del tiempo como la secuencia de una peli que ya conocemos y descubrimos que no fue realmente una «mala» decisión porque no hubo «mala intención» por nuestra parte, sino que tal vez pusimos nuestras expectativas en quién o en lo que no debíamos.

Pero lo más difícil no es ser consciente de que no era el «puesto de trabajo», o » la amiga que creíamos» o «el amor que sentimos por una pareja», no, lo más difícil es reponer ese «Orden o equilibrio interior» con el propio perdón, y amor por nuestro espacio.

Cada experiencia nos forja como seres humanos o debería… Cada persona con mayor o menor presencia en esa «impresión» que deja algo grabado en nuestra propia existencia, nos enseña a avanzar en la introspección, en la ubicación de nuestra esencia en la VIDA. Y eso, aunque suene EGOísta es lo único que debería importarnos.

Así que cuando realmente integramos que TODO lo que nos ocurre tiene un sentido aunque sea algo imperceptible que no logramos entender tiene un peso específico si somos CONSCIENTES de que sólo nosotros tenemos la responsabilidad de crear el equilibrio y de mantener la paz en nuestro ESPACIO interior.

Encontrar la fórmula para SENTIRNOS BIEN es posiblemente lo más complicado.

Mariposa pavo real. (Aglais io)

Si dedicáramos más tiempo, tiempo de calidad; tiempo consciente en conocernos, no exigiríamos a los demás aquello que no sabemos ubicar en nosotros mismos…eso ocurre cuando no estás en tu propio espacio y buscas algo que sólo quién vive en él SABE DÓNDE ESTÁ.

Por eso, nos «juntamos» con otras personas y les reclamamos «felicidad», nos «juntamos» con otras personas y les reclamamos que nos «entiendan» que nos «respeten», que nos quieran…Reclamamos y exigimos aquello que NO TENEMOS EN NUESTRO ESPACIO INTERIOR, porque está VACÍO.

No nos hemos molestado en conocernos pero reclamamos que NOS COMPRENDAN…Y sin nivel, el cuadro queda torcido, (no hay comunicación) no hay hilo que nos conecte, no hay conexión porque no hablamos con nosotros mismos…

Yo le confié mi sueño para hacerlo realidad a un individuo, que decía ser » el amor de su vida» y el único error que cometí, a parte de creérmelo, lo cometí conmigo misma. Tardé mucho en perdonarme…no quise escuchar mi «vocecita» no quise ver las señales pensando «ya cambiará», me subestimé a mi misma pensando que no sería capaz de afrontar un cambio de vida en otro país, sola. Y renuncié a mi propia capacidad de decisión, de autonomía, me traicioné a mi misma y permití que ese otro ser humano; *un carebarro, hiciera trizas mi sueño, se jugara mis ahorros lanzando bolitas en el *zacate mientras aparentaba tener dinero con sus amistades. Dejé que me manipulara, me engañara y me humillara hasta dejarme sin excusas para defender sus acciones y por supuesto sin dinero, el cuál nunca valoró porque él no tenía un céntimo.

Pero todo eso, me ocurrió a mi porque YO lo permití. Me tomé el tiempo para analizar ¿por qué permití que me hiciera eso? Y así, con ese análisis de lo que YO permití logré avanzar, a ENTENDER qué falló en mi y qué debía cambiar o mejorar para que NUNCA volviera a traicionarme a mi misma. Ni a dudar de mis capacidades. Esto ocurrió prácticamente a los dos años de estar viviendo en Costa Rica.

A partir de ahí, empezó mi nueva vida… y aunque las secuelas de la pérdida material fueron considerables, reconozco haber dado las gracias al universo (aunque la forma no fuera la planeada por mi) por ofrecerme esa oportunidad de ponerme a prueba, dura prueba por cierto, de reencontrarme, reinventarme y recordarme a mi misma que no necesito a nadie para saber cómo quiero decorar mi espacio interior…y sobre todo (a ti, que me puedas estar leyendo) de que todo aquello de lo que podemos aprender nos hace más cautos, prudentes, y en especial más sabios.

Durante los otros 8 años restantes antes de regresar a España en plena «plandemia» logré lo que no había logrado en los más de 40 años de mi existencia. Conocerme realmente.

Vive intensamente quién se arriesga a dejar de consumir días. Y a día de hoy puedo deciros que no me arrepiento de mi forma de vivir. Reconozco que cuando no tienes apegos, empieza tu libertad, asusta, sí, pero es algo adictivo y para mí, necesario.

Me atrevo a daros un consejo; si en algún momento de vuestro trayecto en este viaje que es la vida sentís que hay algo en vuestro espacio interior que no encaja, que no os permite mantener vuestra paz , vuestro equilibrio, deteneos a escucharos, tal vez haya algo que os incomoda porque está «fuera de lugar», tal vez tenéis que implementar algo en vosotros, quizá tenéis que ventilar más a menudo vuestro espacio con aficiones, pasiones, ilusión, motivación, no sé, averiguadlo porque se trata de lo único importante que realmente tenéis, VUESTRA PROPIA FELICIDAD.

El trabajo más complicado que tenemos en este corto paseo por este bello planeta es conocernos, respetarnos y amarnos para poder compartir la FELICIDAD que decora nuestro espacio interior.

  • Costarriqueñismos;
  • Zacate = césped
  • carebarro = se le dice a un tipo que lleva una máscara para ocultar sus verdaderas intenciones… «Un jeta, un sinvergüenza».

Todas las fotos en las que no aparezco yo, son de mi autoría.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Avatar de borrasimagen borrasimagen dice:

    Siempre que he tenido ocasión de reflexionar individualmente o en grupo, sobre las contradicciones, miedos y falta de autoestima que asolan nuestras mentes, me he dado cuenta de que todos esos elementos, en mi modesta opinión, no tienen en cuenta el origen, los cimientos en que se basan todas nuestras formas de entender la vida, sus problemas y la manera de afrontarlos y gestionarlos.

    Ese origen es común a todos nosotros y no es otro que el pensamiento animal. Desde pequeños se empeñan en separarnos, en distinguirnos, en resaltar, en definitiva, nuestra superioridad como especie. Y eso no ha cambiado desde que inventamos la cachiporra. La naturaleza y las especies que la habitan, tienen una importancia cero para el conjunto de la humanidad, lo que denota nuestra inconciencia (eso que debería de distinguirnos del resto de los animales).

    Como sinónimos de animal, nos encontramos las palabras “bruto”, “alimaña”, “bestia” …En su tercera acepción la RAE define la palabra animal como “Persona de comportamiento instintivo, ignorante y grosera.” Como si el pensamiento instintivo fuera algo malo (?).

    En definitiva, se intenta siempre interponer una barrera entre lo que somos como esencia y lo que la sociedad nos pide ser. Esa falta de conexión, creo yo, entre ese núcleo de pensamiento, bueno o no (dependerá de la persona), pero real y todo lo que creamos a su alrededor, ficticio o impuesto en su mayoría, es lo que nos lleva a la desorientación y a tardar muchísimos años (los que lo logran), en alcanzar un mínimo equilibrio, al menos, o sobre todo, en las sociedades occidentales, el “jardín” del mundo.

    A dónde quiero llegar…hace muchos años cursé estudios básicos de etología en el zoológico de Barcelona, y eso me dio la información (que adopté con total naturalidad) de que no existe comportamiento humano que no esté reflejado en su equivalente animal. Tanto en lo bueno como en lo malo. Desde la actitud usurpadora del cuco, a la solidaridad de las ratas con sus mayores; desde el aprovechamiento de las hienas apoderándose de la caza ajena, hasta la increíble colaboración entre insectos como abejas, hormigas, etc., por un bien común. O la indolencia del lobo marino que se deja alimentar en el puerto de pescadores, con el mínimo esfuerzo, con las sobras que dejan éstos. Se me ocurren montones de ejemplos más.

    Rapaces nocturnos, carroñeros, animales de rebaño, aves migratorias, de paso, cazadores grupales, machos alfa, sociedades matriarcales, patriarcales o entomológicas, inmensos campos de zooplancton, simbiontes y…parásitos.

    Y lobos solitarios.

    Es fácil clasificar a los seres humanos o sus sociedades en cualquiera de estos apartados.

    El ser humano como especie, es simplemente un animal, con pretensiones de ser otra cosa, sin el inmenso trabajo de introspección que ello representa. De ahí el problema. Y al final, no es ni una cosa ni la otra, de ahí viene el desequilibrio.

    Los seres humanos no somos más que “chimpancés con corbata” y cuando nos damos cuenta de ello, accediendo a lo más íntimo de nuestros cerebros, conectando con nuestra esencia, creo que podemos empezar a evolucionar como otra cosa. E incluso a algunos, se quedan ahí mismo disfrutando de la esencia animal y conectando con un mundo maravilloso.

    Me gusta

Deja un comentario